Nadie presta atención al cielo, hasta que se enamora

miércoles, 10 de noviembre de 2010

morir con dignidad cuando no sea posible vivir con ella

Se ahoga. Siente cómo esto se le queda pequeño. Necesita más espacio. Necesita crecer, necesita vivir. Intenta trepar, sobrepasar. Intenta no guiarse por los demás, ser ella misma. Intenta ir más allá. Pero a veces no puede, no le dejan. Y nota cómo pierde el tiempo, se le escapa de las manos, muy rápido, y no puede hacer nada absolutamente. Se queda sentada encima de su mundo, siguiendo la rutina que le marcan, resignada; y ve cómo las oportunidades vuelan libres delante de ella, pero no puede alcanzarlas, no llega. Y cuando piensa en que se le está haciendo tarde, que volverá a tener oportunidades como éstas, se desespera. Y de verdad, que intenta actuar, pero el qué dirán (por mucho que le pese, aunque lo intenta) la rutina, los demás… se lo impiden. Tal vez sea ésta la vida a la que está atada, tal vez exista de verdad el destino, tal vez solamente aspire a esto. Pero ella no cree en el destino, no cree en los límites.
Sólo aquí. 


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