Nunca le hice caso al agua, que va después de la lluvia, cuando vuelve el sol. Poco importa si sobre ese agua hay lágrimas de después de haber llorado; por amor, por dolor. El agua se evapora, vuelve al aire y a nuestros pulmones, respirando el viento que sentimos en la cara. Y las lágrimas vuelven a entrar en nosotros, como las cosas que hemos perdido... pero nada se pierde en realidad. Cada segundo que pasa, cada luna que surge, no hacen más que decirnos: ¡vive! Vive y ama lo que tú eres, lo que tú quieres ser, por lo que eres. Mira el cielo, cierra los ojos y no te canses nunca de soñar. La vida es muy corta para no ser felices... juntos.
Preciosa entrada L. No debemos cansarnos nunca de soñar :)
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
:DD
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